Cruz Grande – Las Tederas (Pilancones)

En la GC-60, dejando atrás Ayacata y pasado el caserío de La Planta, llego a La Degollada de Cruz Grande. Se trata de una encrucijada de caminos. Por aquí discurre la Ruta de La Plata, por la que pasaban antaño los pastores durante la trashumancia en busca de los verdes pastos de las medianías. También es un punto de paso de la Ruta Jacobea, que une el Faro de Maspalomas con la Iglesia de Santiago de Los Caballeros en Gáldar.

Este es el punto de partida de esta ruta. Desde aquí me adentro por una pista forestal en la reserva natural de Pilancones, cuya historia seguramente comentaré más adelante en alguna otra entrada de este blog. 

El primer cruce de la ruta es para abandonar la pista forestal, y está señalizado como Degollada del Dinero, curioso topónimo que si alguien sabe su origen puede dejármelo en un comentario, pues yo lo desconozco y no he encontrado información al respecto.

Desde aquí desciende un sendero que tras algo más de un kilómetro llega a un nuevo poste informativo que indica que hacia la derecha se llega a la presa de Chira y de Soria. A este punto regresaré al final de la jornada desde el lado izquierdo del camino, pero como digo, en esta ocasión lo tomo hacia la derecha.

Desde aquí el sendero avanza entre el pinar, en suave descenso y ofreciendo fabulosas vistas a la Caldera de Tirajana. Poco a poco, el paisaje también se abre hacia la zona central de la isla, permitiendo ver de soslayo la cuenca de Chira  e incluso el macizo rocoso del Aserrador y el Roque Nublo a lo lejos.

Con estas entretenidas vistas llego a la Degollada del Sordo, dejando el camino que sigue hacia Chira para tomar el sendero de la izquierda, que me dirige en dirección sur adentrándome en el Pinar de Pilancones.

El sendero sigue ofreciendo buenas vistas y se deja transitar con facilidad, en este caso hacia Ayagaures, hasta el kilómetro 8, donde abandono el sendero por el margen derecho y comienzo a transitar por una vereda apenas visible que zigzaguea ladera abajo. En este tramo los mojones son de gran ayuda para guiar los pasos.

Vuelvo a alcanzar una pista forestal ancha aunque en mal estado. La tomo hacia la izquierda, aunque la comodidad del terreno dura poco, ya que la dejo nuevamente pasados un centenar de metros. En esta ocasión por el lado derecho. En este tramo aunque el camino también es difuso, es algo más cómodo de transitar, con menos desnivel y buena visibilidad.

Desde las alturas parece difícil alcanzar el fondo del barranco, donde cuesta creer que haya un conjunto de casas conocido como las Tederas. Sin embargo según se acercan mis pasos a lo alto del barranco, el camino comienza a dibujarse y permite llegar con facilidad al fondo.

10 kilómetros recorridos hasta el momento marcan casi el ecuador de la ruta de hoy, así que antes de alcanzar el caserío es un buen momento para comer a la sombra de los últimos pinos que dan paso al fondo del barranco.

Pese a que el sol incide con fuerza en las horas centrales, el día se mantiene fresco. Camino por la polvorienta carretera dejando las casas a mi derecha. Apenas parece haber vida en ellas, salvo por algunas voces humanas distantes.

Una cadena corta el paso en la carretera de tierra, y un rudimentario cartel indica un sendero a la derecha, que por el cauce del barranco avanza hacia un grupo de casas abandonadas e incluso parcialmente derruidas. Ladera arriba el camino lleva al ancestral y malogrado pino de Pilancones, mientras yo debo enfilar mis pasos hasta las últimas casas de las Tederas, y de ahí intuir o inventar el camino que por la ladera izquierda me saca del barranco y tímidamente se vislumbra por la loma que separa dos barranquillos a derecha e izquierda.

A partir de aquí, más que un sendero es una difusa senda de cazadores, que solo los mojones ayudan a atisbar el rumbo montaña arriba.

Poco a poco las casas de las Tederas van viéndose más pequeñas y distantes en el fondo del barranco a medida que gano altura. Atravieso pistas y senderos, que apenas piso, vuelvo a abandonar para seguir monte arriba, hasta que por fin, en una de estas intersecciones, vuelvo al confortable sendero que me lleva al cruce de primera hora de la mañana, y de ahí, una potente subida agudizada por el cansancio me devuelve a la Degollada del Dinero, y un kilómetro y medio después al final del recorrido en la Degollada de Cruz Grande.

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