Mercados navideños. Frankfurt y el Rin Romántico

Es un privilegio poder arañar algunos días en estas fechas para disfrutar de una escapada. En este caso han sido apenas tres días, pero que han servido para desconectar de la rutina y embriagarnos del ambiente navideño.

En las islas Canarias el clima es estable todo el año y poco cambiante, así que encontrar algo de frío, abrigarse hasta las orejas y disfrutar de la navidad de una forma más auténtica se agradece.

En realidad la escapada fue de 5 días, pero el primero y el último no los cuento, ya que fueron de viajes y traslados exclusivamente.

Tomamos un vuelo con la compañía Condor hasta Frankfurt, y de allí un tren hasta el centro. Llegamos exhaustos, así que caímos rendidos.

A la mañana siguiente, después de proveernos de un buen desayuno, mitigamos el frío matinal con un paseo de unos 20 minutos por la orilla del río Meno (Main como le conocen en lengua local). Es un placer ver a esos corredores matutinos haciendo ejercicio desde primera hora, gente que pasea a su perro, y los grupos de patos que graznan y se pasean animosos por el paseo que perfila el río.

Frankfurt es la capital financiera de Alemania y uno de los centros de negocio más importantes de Europa Continental, sin embargo ese skyline característico formado por modernos  rascacielos del conocido como “Mainhattan”, contrasta con el casco antiguo, anclado en la edad media.

Casi sin darnos cuenta cruzamos el puente Alte con su férrea estructura y cientos de candados que pretenden simbolizar el amor entre quienes allí los han dejado, y nos adentramos en el casco histórico.

La ciudad apenas despierta, pero ya hay un ajetreo de gente que se afana en preparar los diferentes puestos para la llegada de los visitantes a lo largo del día. 

La plaza Römerberg, principal plaza de la ciudad, es en estos días un colorido mercado navideño presidido por un enorme árbol decorado para la ocasión. Atracciones infantiles y un montón de puestos navideños en forma de cabaña auguran un animado ambiente cuando caiga la tarde.

Con parsimonia turística visitamos la Catedral de San Bartolomé, cuya torre gótica se erige casi un centenar de metros y en cuyo interior se oficiaba una misa solemne.

La Iglesia de San Pablo, hoy en día desacralizara pero en su momento fue un importante templo protestante. El edificio tiene un simbolismo especial, ya que durante una época constituyó el parlamento de Frankfurt, que fue el primer parlamento en Alemania elegido por el pueblo.

Después de reponer fuerzas en un restaurante de comida local con un Snitzel acompañado de un Apfelwein, y una pequeña siesta (no hay que dejar las costumbres españolas muy bruscamente), volvimos a la plaza Römerberg, que a esas horas ya gozaba de un aspecto totalmente diferente. En esta época del año el sol se pone sobre las 16:30 horas, así que a las 17:00 horas ya es prácticamente de noche, y la plaza estaba iluminada por centenares de guirnaldas. El árbol de navidad cobra especial protagonismo, y la plaza en sí es un hervidero de miles de personas que disfrutan del vino caliente, unas buenas salchichas, los más golosos comen gofres y crepes, y todo ello en un distendido ambiente navideño con la banda sonora de un coro que canta villancicos en vivo.

A la mañana siguiente abandonamos Frankfurt y recorremos en algo más de hora y media la distancia que separa la ciudad de el Castillo de Eltz. Es increíble como en tan poco tiempo se puede pasar del bullicio frenético de la urbe a la más plácida tranquilidad en medio de un bosque.

Los árboles de hoja caduca muestran sus escuálidos troncos y lánguidas ramas a las puertas del invierno.

El ocre predomina, ligeramente desaturado por una ligera niebla y una persistente llovizna. El paisaje no puede ser más de cuento. Bueno, sí que puede serlo, cuando de pronto, en un promontorio rocoso se vislumbra la imponente imagen del Castillo de Eltz. 

Cuando uno se imagina un castillo de cuento, dibuja en su mente precisamente un castillo así. Con sus ocho torres, la más alta de 35 metros de

altura, esa joya arquitectónica del medievo ha permanecido impasible al paso del tiempo durante más de 850 años. 

Por si la imagen no fuera lo suficientemente relajante, el cauce del Río Mosela que discurre a las faldas del castillo adereza con su murmullo la bucólica estampa e invita a pasear por los diversos senderos de la zona a pesar de la lluvia.

Dejando atrás el Castillo de Eltz y guiados por el cauce del Rin, la carretera discurre paralela al río, a veces parece incluso que ante una mínima crecida, el asfalto podría llegar a desaparecer bajo la enorme masa de agua fluvial.

Así llegamos a Bacharach, algo cansados, por lo que después de comer y descansar un poco, apenas tuvimos tiempo para pasear por sus coquetas calles adoquinadas y contemplar bajo la luz artificial de las guirnaldas navideñas las fachadas de entramado de madera propias de los cuento de los hermanos Grimm, antes de irnos a dormir.

A la mañana siguiente, después de desayunar invertimos algo más de una hora en ver los principales atractivos del Bacharach, que se encuentran todos en un radio bastante pequeño, por lo que es fácil de visitar. 

Empezamos por la puerta del mercado. Una entrada al pueblo en la antigua muralla medieval, con una inscripción en su dintel que data del siglo XIV.

Continuando por la calle principal nos topamos con su bonita iglesia gótica y con el edificio más antiguo de la ciudad (Alter Haus) construido en 1571 y que tiene una bonita fachada de entramado de madera.


Unas pequeñas escaleras nos llevan a las ruinas de la Capilla Werner, que construida en honor a Werner de Oberwesel, un joven cuya trágica muerte en 1287 fue objeto de leyendas antijudías. Aunque sufrió daños significativos durante siglos, sus ruinas románticas siguen siendo un emblema en la zona y un destino turístico destacado.

En la ladera contraria, entre viñedos se encuentra Postenturm. Una torre medieval bien conservada que forma parte de las antiguas fortificaciones de Bacharach. Ofrece vistas panorámicas del río Rin y sus paisajes. Sin duda de los mejores lugares desde los que llevarse una buena foto. Construida como parte del sistema defensivo de la ciudad, hoy se valora por su estado de conservación y su papel como atractivo turístico. Ambas estructuras ilustran la rica historia de Bacharach, uniendo aspectos de fe, defensa y tradición cultural.

Con buen sabor de boca dejamos atrás Bacharach y continuamos nuestro viaje en contra de la corriente del río. Nuestro siguiente destino es Rüdesheim Am Rhein. Pese a tener el viaje bien planificado, no contábamos con que para completar este trayecto teníamos que cruzar el Rin. Y no lo haríamos de forma convencional a través de un puente, sino en un ferry.

Tras subir el coche en un pequeño ferry, este nos cruzó a la orilla contraria en un trayecto de unos 10 minutos, dejándonos justo en el pueblo de Rüdesheim.

Lo primero que hicimos fue subirnos en el teleférico que sobrevuela los viñedos remontándonos hasta lo alto de una montaña, en la que se encuentra el imponente monumento de Niederwalddenkmal. Fue inaugurado en 1883 para conmemorar la unificación de Alemania en 1871 tras la guerra franco-prusiana. Diseñado por Johann Schilling, su figura central es la estatua de Germania, símbolo de la unidad nacional, portando la corona imperial y una espada.

El monumento incluye relieves que representan la proclamación del Imperio Alemán y otros motivos patrióticos. Situado en el parque Niederwald, ofrece vistas panorámicas sobre el Rin y las grandes extensiones de viñedos.Desde aquí, decidimos descender caminando entre los viñedos en un paseo de unos 25 minutos, lo que nos permitió llegar al centro del pueblo con buen apetito. Tras dar buena cuenta de un copioso almuerzo, paseamos por las calles de Rüdesheim, en las que decenas de puestos navideños ofrecen artesanía, turrones, vino caliente, adornos navideños y mucho más. 

El ambiente del mercado era relajado y distendido. Había gente pero no estaba masificado, lo que nos permitió disfrutar cómodamente de la experiencia. Además este mercado es conocido como el mercado de las naciones, ya que hay puestos con temática de diferentes países.

Después de visitar Rüdesheim, a última hora de la tarde regresamos a Frankfurt. Un trayecto de unos 40 minutos nos devolvió a las inmediaciones de la estación de tren. Devolvimos el coche de alquiler y nos fuimos a descansar al alojamiento, pues a la mañana siguiente, tomábamos temprano nuestro vuelo de regreso a casa.

Todos los detalles prácticos e informativos sobre este viaje, los puedes obtener a través de la guía de viaje a la que puedes acceder a través del siguiente botón. No solo es una buena forma de planificar tu viaje, sino que además me ayudas al sostenimiento del canal de YouTube y de esta web.

Si has llegado hasta aquí sin pasar por el canal de YouTube, te recomiendo que pinches sobre el siguiente botón para ver el vídeo del viaje.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio